Esquinas

Caras largas, olor a café recalentado.

“Qué final más triste”. Abrazos y sollozos. Tanta gente en la calle para un amigo, un hermano, un primo, un esposo que se aferró a la vida, y al final en un suspiro se fue.

Pelo rubio, tacón alto. Algún perfume, rellenos y mucho maquillaje.

-Muchacho, disculpe: ¿Qué hay ahí que hay tanta gente?.

Dijo impostando la voz

-Una vela, dije.

Era una esquina oscura al frente de una gran Iglesia. Para ser sinceros dos esquinas oscuras: una de luto y otra de noche.

Ella se movió un poquito más abajo. Era su punto y sabía que al resguardo de la vela y la iglesia alguien llegaría y podría al fin terminar de ajustar su aguinaldo.

Opuestos pero en la misma esquina… Y es que en eso de la vida y la muerte, la línea es muy delgada.


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